La Justificación del Creyente Ahora es por Fe, por Gracia y por el Cumplimiento de los Mandamientos También.
Rom 2:13 Porque no son los oidores de la ley los que son justos delante de Dios, sino que los hacedores de la ley serán justificados.
La justificación en el creyente no ocurre de la misma manera que ocurre con el impío, porque el creyente ya se está formando en los mandamientos del Eterno, y ahora está obligado a guardar aquellos mandamientos que ya conoce y entiende Sal 119:4. El creyente ya no peca por ignorancia como ocurre con el impío, sino que este ya peca con altivez o soberbia, si no se aparta de aquello que sabe que es pecado a través del conocimiento de los mandamientos que se le viene enseñando Stg 4:17. Todo aquel que peca con soberbia se está arriesgando a que el Eterno lo castigue con sus juicios Núm 15:30-31, Heb 10:26-31.
El creyente fiel normalmente peca en aquello que no sabe
Es cierto que el creyente fiel y obediente va a seguir pecando, pero fundamentalmente en aquellas áreas donde no tiene conocimiento, por ejemplo, si no se le ha explicado en qué consiste la calumnia y cómo evitarla Prov 10:18, podría cometer este pecado por causa de su ignorancia. Sin embargo, el Eterno espera que el creyente ya no peque más en aquello que ya conoce y entiende. Aquel que obedece los mandamientos del Eterno no tendrá dificultades para ser justificado por Él cuando pida perdón por sus pecados en su tribual (este acto ocurre es en su tribunal) 1Jn 2:1-3. Pero aquel que teniendo conocimiento de sus mandamientos y no los practica, en vez de ser justificado, se está exponiendo para que sea disciplinado, castigado o cortado Pro 3:11-12, Heb 12:4-11.
Mientras el impío es justificado por la fe sin obras, el creyente ya es justificado por una fe con obras
Es cierto que el impío o gentil es justificado con una fe sin obras Rom 4:5, pues Elohim no le puede exigir obras a uno que no sabe cómo obrar. Sin embargo, el creyente ahora es justificado por fe, por gracia y por practicar o guardar los mandamientos, o ley de justicia que es lo mismo, como muy bien aclara el apóstol Pablo en Rom 2:13, donde señala que sólo serán justificados los hacedores de la ley, es decir, aquellos que procuran guardar los mandamientos que ya conocen y entienden. El apóstol Santiago también añade en este mismo sentido, que la fe del creyente debe estar acompañada de obras, es decir, de obediencia a los mandamientos del Eterno que ya conocemos Stg 2:17-26. Un creyente nunca puede ser justificado con una fe muerta o sin obras de justicia, y las obras de justicia no es otra cosa que el cumplimiento de los mandamientos que ya conocemos o hemos aprendido, y recuerde que el cumplimiento de los mandamientos se resume en el amor Gál 5:6, Rom 13:8-10.
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