UNIDAD 07: Una parábola que ilustra la gracia de Elohim sobre los que al principio fueron pecadores

Una parábola que ilustra la gracia de Elohim

Mat 13:34  Todo esto habló Jesús por parábolas a la gente,  y sin parábolas no les hablaba;

Las parábolas son un recurso literario usado con frecuencia por los maestros para enseñar a través de ejemplos sencillos una verdad importante.  Elohim habló mucho en el pasado a través de parábolas, y usó a los profetas para comunicar sus mensajes a través de este recurso Eze 17:2. Yahshúa de destacó por dar muchas enseñanzas a través de parábolas Mat 13:34, muchas de las cuales son usadas por los maestros de la iglesia para dar sus enseñanzas. 

A continuación presentamos una parábola que Elohim quien da la sabiduría, nos ha permitido escribir para dar a entender al pueblo cómo es que Elohim expresa su gracia al pueblo.

Texto de la Parábola
En una gran ciudad había un padre muy rico, bondadoso, justo y sabio, el cual tenía solo un hijo al que amaba mucho, porque su hijo era también sabio, pues atesoraba todo lo que su padre le enseñaba. Su hijo también era muy obediente y le honraba de manera especial. El padre no pudo tener más hijos, y por eso decidió adoptar a muchos otros, para así compartir con ellos su riqueza, su sabiduría, su gloria, y todas sus enseñanzas, pero solo quería tener hijos sabios que le honraran. El padre esperaba que sus hijos adoptivos algún día llegaran a ser tan sabios y obedientes como su primer y único hijo legítimo al que tanto amaba. Por eso esperaban visitar un lugar donde estuviesen formando y preparando niños para ser adoptados. Un día mientras caminaban por la calle, el padre y su hijo amado vieron muchos niños abandonados, sucios, mal olientes y mal instruidos que no merecían formar parte de la familia de aquel excelentísimo y rico padre. Sin embargo, aquel padre fue movido a misericordia, y en vez de ir a un centro de adopción y escoger hijos con buena formación, decidió adoptar a muchos de aquellos niños de la calle que no merecían formar parte de su familia (esto es lo que se llama favor inmerecido o gracia). El padre estaba dispuesto a arriesgarse con aquellos niños, y esperaba que ellos fueran obedientes, y se dispusieran a aprender todo lo que le había enseñado a su hijo amado y que había escrito en un voluminoso y hermoso libro, para que algún día todos fueran sabios como él y le honraran. Por eso se los llevó a su casa para enseñarles y por un tiempo ponerlos a prueba.

Pasaron varios meses y eran pocos los niños que atesoraban las sabias enseñanzas del padre y de su hijo amado, quien sería su futuro hermano mayor. Aunque estos niños se equivocaban por su ignorancia o falta de experticia, el padre les corregía y les volvía a dar otra oportunidad, pues veía en ellos el anhelo de aprender y de ser mejores cada día. Una vez que a estos niños se les corregía, tenían cuidado de no volver a fallar. El padre estaba satisfecho con el avance de este pequeño grupo de niños, y se sintió honrado por ellos, y por eso decidió adoptarlos. Este pequeño grupo de niños aprovecharon la oportunidad, la gracia y misericordia que llevó a aquel padre a quererlos adoptar, sin tener ellos inicialmente los méritos suficientes para ser escogidos y formar parte de aquella familia tan especial.

Sin embargo, no ocurrió igual con el resto de los niños: estos eran distraídos, y rebeldes, y les importaba poco o nada las enseñanzas que les daba el padre a través de su gran libro. A ellos no les gustaba que se les corrigiera, para que procuraran no errar en aquello que ya se les había instruido. Cuando el padre sacaba a pasear a estos niños al parque, ellos lo avergonzaban, porque decían malas palabras, se herían unos a otros, y algunas veces robaban objetos a los otros visitantes del lugar. Estos niños no quisieron abandonar las viejas costumbres que tenían cuando eran de la calle, y aunque el padre fue paciente con ellos, les enseñó, los corrigió muchas veces y les dio la misma oportunidad, ellos no la quisieron aprovechar. Estos niños rebeldes menospreciaron la bondad y la gracia con que aquel padre los había tratado, y prefirieron seguir viviendo una vida de desenfreno. Una vez finalizado el período de prueba, el padre solo adoptó como hijos a aquellos que quisieron ser como su hijo amado 1Co 11:1, y llevó al resto de los niños a aquel lugar miserable donde ellos preferían estar, pues así lo demostraron muchas veces por su errada manera de actuar Mat 25:41. 

Espero haya entendido esta pequeña historia, que ilustra el alcance verdadero de la gracia de Elohim. Aquel padre y su hijo representan a Elohim el Padre y a Yahshúa su Hijo amado. El libro de las enseñanzas de aquel padre es lo que hoy conocemos como Biblia (o en hebreo toráh). Nosotros somos hoy aquellos niños que estaban en periodo de prueba para ser adoptados como hijos, y como usted bien sabe, aun no nos parecemos para nada a su Hijo amado, sabio y santo. Por tanto, no hay duda que la gracia de Elohim nos ha alcanzado, y nos ha dado una gran oportunidad, para que formemos parte de su pueblo y heredemos el reino de los cielos. Pero como aquella historia, esta herencia no es incondicional, pues Elohim demanda dos condiciones que usted no puede obviar: la paz y la santidad Heb 12:14 que se logra estudiando y poniendo en practica las sabias enseñanzas de su libro, tal como lo hicieron el grupo más reducido de los niños. ¿Con cuál grupo de niños se identifica usted?

Aquel que no quiere guardar las enseñanzas de las sagradas escrituras, lo hace porque quiere vivir  en una vida de desenfreno (placeres 1Ti 5:6 y deseos no permitidos Col 3:5), y por la mala decisión que ha tomado, el Padre lo tendrá por rebelde y perverso aunque así mismo se considere bueno. Por lo que tarde o temprano, lo sacará de la seguridad de su casa, y lo dejará en el lugar miserable que él mismo escogió para habitar, como ocurrió con el hijo pródigo de la parábola de nuestro Adón Yahshúa. No reciba la gracia en vano 2Co 6:1-2, más bien recíbela para salvación, procurando aprender cada día cómo honrar al Padre e imitar a su Hijo amado 1Co 11:1.

Tit 2:11-12  Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos,  vivamos en este siglo sobria,  justa y piadosamente.

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